Un reciente
sondeo realizado por una fundación del norte de Alemania ha demostrado
claramente la fragilidad del respaldo de la población alemana a la orientación
marcial del gobierno federal y del presidente, de la Unión Europea y de la OTAN
hacia Rusia. Peter Gauweiler, jefe adjunto de la CSU (Unión Social Cristiana) y
diputado del Bundestag de Munich, resaltó ese hecho en su importante discurso,
pronunciado ante los graduados de la Universidad de la Bundeswehr (la Fuerza de
Defensa Federal de Alemania). La decisión de la Unión Europea, presentada por
los presidentes salientes, Barroso y van Rompuy, acentuará esa tendencia,
por varias razones de gran importancia. ¿Está viviendo Europa un momento
apropiado para lanzar ultimátums como el que se planteó a Serbia en 1914?
La Unión
Europea está exigiendo a Rusia que emprenda, en un plazo de 72 horas, una
negociación sobre el «plan de paz» del presidente ucraniano [1].
¿Y si no lo Hace? ¿Se recurrirá al uso de la fuerza a las
5 horas y 45 minutos de la mañana?
Uno tiene la
impresión de que la Comisión Europea y el Consejo Europeo de Bruselas,
representados los dos señores anteriormente mencionados, se han vuelto locos y
quieren a toda costa empujar el continente a la desgracia.
No hace falta
haber estado en Ypres ni haber visitado sus inmensos cementerios militares
para darse cuenta de cuan fatales que pueden resultar ese tipo de lenguaje y
esa actitud.
Hace
precisamente 15 años nuevamente se emprendió ese camino «con éxito»
tratando de obligar la República Federal de Yugoslavia, mediante supuestas «negociaciones»
en Rambouillet y en contradicción con los supuestos «Acuerdos de Viena»,
a someterse a conversaciones internacionales para obedecer el dictado
de la OTAN, que exigía paso a través de Yugoslavia. Para que Belgrado
entendiera bien, la OTAN había presentado proyectos que correspondían punto por
punto a los planes de Adolf Hitler para Yugoslavia en tiempos de la Segunda
Guerra Mundial. Rambouillet no era más –como hoy sabemos perfectamente– que el
pretexto para la guerra que se inició pocas semanas después con el bombardeo
desatado contra Belgrado. Durante la guerra contra Yugoslavia, la OTAN utilizó
además groseramente los muertos de Racak, que la OSCE –representada en Pristina
por William Walker– quería atribuir de todas maneras a Serbia.
¿Son las
sanciones económicas previstas el paso intermedio antes del inicio de la
violencia? ¿No le basta a Estados Unidos con todo lo que ya ha provocado
en Irak, en Siria y en todo el Medio Oriente? ¿No está satisfecho con haber
incendiado ya toda esa región? ¿Tiene que estimular también una guerra contra
Rusia?
Desde la
guerra olímpica de Georgia contra Rusia, nadie logra pensar en otra cosa
que en la posibilidad de que alguien esté preparando una agresión militar a la
sombra de una competencia deportiva internacional. ¿Está haciendo Europa
exactamente lo contrario de lo que preconiza el espíritu olímpico, según el
cual la paz y las ideas de paz deben presidir eventos deportivos como el que se
desarrolla en Brasil?
¿Por qué
lanzar un ultimátum a Rusia? ¿Por qué amenazar con sanciones económicas? ¿Por
qué la canciller alemana no recurre al Bundestag? ¿Por qué se pone, por el
contrario, del lado de las sanciones? ¿Por qué no explica a las señoras y
señores del parlamento alemán –es allí donde tiene que hacerlo–, y al público
alemán a través de ellos, dónde ve ella las razones que justificarían tal
comportamiento hacia un vecino europeo [Rusia] que nos concedió hace
25 años la posibilidad de unificar el Estado de nuestra nación?
¿Qué está
sucediendo en la cabeza de la canciller que juró obrar por el bienestar del
pueblo alemán? ¿No fue acaso su versatilidad lo que impidió, con un pretexto
que no engañó a nadie, la firma de un acuerdo de cooperación con
Ucrania hace sólo 2 años? ¿Únicamente por causa de la dama de la trenza
rubia en forma de corona, a quien la mayoría de los alemanes
no quieren otorgar la menor influencia sobre los intereses alemanes?
Ahora resulta que la señora canciller prefiere adoptar la vía administrativa de
Bruselas, para no tener que decirle la verdad al pueblo alemán y poder
negarnos toda explicación.
Ya estamos
acostumbrados a oír al secretario general de la OTAN vociferar y estimular
constantemente el odio contra Rusia. Basta ver sus discursos para comprobarlo.
Cuando alguna manera de actuar de Rusia en la frontera ruso-ucraniana plantea y
va a plantear interrogantes, ¿por qué la OTAN, la Unión Europea, la canciller
alemana y el ministro de Relaciones Exteriores no consultan a la OSCE,
concebida precisamente para eso [2]?
Habrá que felicitar a los británicos por haber anunciado públicamente el nuevo
camino que van a tomar como puesto avanzado de Europa.
Bruselas
anuncia sanciones económicas y aumenta así el peligro de guerra en Europa.
Mientras tanto, Cameron hace firmar acuerdos por un monto de varios miles de
millones de dólares entre BP y Rosneft, el mayor consorcio energético ruso. Por
supuesto, eso no impedirá que Londres y los poderosos de Washington
sigan empujando Europa y la Unión Europea hacia el desastre.
Porque el
ultimátum de la Unión Europea a Rusia no es otra cosa.
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