sábado, 2 de julio de 2016

Regeneracion del PSOE...X ...Eusebio Lucía Olmos


Hace unos días rememoré en estas mismas páginas la reiterativa contestación que un compañero mío del servicio militar le daba al sargento, cada vez que éste le recriminaba por no saber llevar el paso en la formación. Indefectiblemente se justificaba de su carencia de ritmo contestándole: “Si es que me han dado las botas mal hechas, mi sargento”. Y se quedaba tan ancho, pues lo decía totalmente en serio, haciéndole al sargento hasta cierta gracia la simpleza del recluta panoli…

Justificaba yo en mi artículo cómo el motivo de traer a colación aquella lejana anécdota era escucharla últimamente con harta frecuencia por todo argumento justificativo a los defensores de la – en mi opinión – equivocada estrategia que ha estado siguiendo el Partido Socialista en la prolongada campaña electoral, con aquello de “Tenemos todos los medios de difusión en contra”. De igual modo que mi compañero de la “mili” argüía el defecto de fabricación de sus botas como única razón a su desacompasado ritmo de desfile, es ésta la manida frase recibida como continua respuesta por quienes hemos venido sugiriendo un mínimo análisis de las causas que nos han llevado a algo tan objetivo como nuestro continuo descenso de apoyos electorales. Los palmeros ferracinos continúan sin intentar analizar los motivos por los cuales aquellos legendarios 202 escaños de octubre de 1982 han ido descendiendo regularmente hasta los 90 de hace seis meses, que avisaban ya de una triste y previsible continuidad, como han dejado constatado los más de cien mil votos y cinco escaños perdidos en los celebrados el pasado domingo. La machacona capa de “los medios de difusión en contra” continúa bloqueando toda responsabilidad interna en relación con los pésimos resultados obtenidos el 26 de junio. Pues, todavía hay quienes se aferran a tal circunstancia, para insistir en “echar la culpa al encintado”, culpando del dictado de las urnas a “todos los negocios de la comunicación, a las empresas demoscópicas, y a los tertulianos y opinadores”, sin caer ni siquiera en la cuenta de que algunos de estos últimos son preclaros militantes socialistas, incluso con cargos de responsabilidad en la organización.

Los que me conocéis sabéis desde hace tiempo que, en mi opinión, la razón de tan prolongada pérdida de apoyos electorales, al menos en los últimos seis años, desde la crisis financiera del 2008, no fue sino la aplicación de políticas neoliberales por parte de nuestro gobierno, origen de las muchedumbres de “indignados” que inundaron activamente las plazas de toda España con sus protestas. Aquellos “perro flautas”, a los que desde un principio despreciamos, mutaron en el fenómeno Podemos, a cuyos componentes pronto nos enfrentándonos en luchas callejeras por medio de todo un batallón de “expertos comunicadores” socialistas, que iniciaron una santa cruzada por platós de televisión y locutorios de radio de toda tendencia política y volumen de audiencia, con intención de mojarles la oreja a esos recién llegados. Se prefería aceptar su reto de peleas navajeras con el consiguiente intercambio de cuchilladas, en respuesta directa a las graves provocaciones de ellos recibidas, en lugar de entrar en un verdadero y profundo debate de las promesas por ellos ofrecidas a la ciudadanía que, una vez concretadas en programas electorales, nos hubiera ofrecido la sorpresa de no ser tan alejados de los nuestros, como las cruentas peleas mantenidas hicieran suponer.

Pero, a tan prolongada y desacertada estrategia política vinieron a unirse en estas dos últimas y prolongadas campañas toda una serie de discutibles acciones, que han dado origen, sin duda, a los cien mil votos perdidos en estos escasos seis meses. Destacaré únicamente tres de ellas que me han llamado poderosamente la atención, como aportación personal a los cientos de análisis que se vienen leyendo estos días.

En primer lugar, quedó ya muy claro desde el comienzo de la campaña del 20-D que el objetivo eran los propios militantes, en lugar de fijar el punto de mira en los potenciales votantes. Sin tratar de sacar de esta decisión consecuencias internas a medio plazo, pero sin descartar su existencia, ha sido digno de contemplar en ambos períodos la proliferación de eslóganes, imágenes y consignas de todo tipo, publicadas en las redes y dirigidas a militantes o simpatizantes – con cuyos votos se contaba ya de antemano, como es de suponer –, imitando los gestos y gritos de reafirmación de las ruedas de jugadores de baloncesto como conclusión a sus tiempos muertos, del tipo “¡¡¡SOMOS LOS MEJORES!!!”, o “¡¡¡VAMOS A GANAR!!!”. Ha sido digno de observar el concurso de ocurrentes mensajes, de mayor o menor intención y gracia, que han recorrido últimamente los grupos de las redes. El famoso catálogo de IKEA, la reivindicación – no siempre acertada – del término “socialdemócrata”, y el renaciente anticomunismo, se han llevado la palma. Pero, insisto, mensajes siempre intercambiados entre militantes o simpatizantes, con el voto ya asegurado. La recuperación de nuevos votantes, procedentes, al menos, de los voluminosos caladeros de los indecisos, no parecía ser objetivo a conseguir.

En segundo lugar, nos ha llamado a algunos también la atención los llamativos vínculos de responsables y asesores del PSOE (el partido obrero por antonomasia), con el poder financiero y empresarial, echando sin embargo en falta su aproximación a los medios sindicales. El perfecto maridaje, por ejemplo, entre el responsable económico socialista, Jordi Sevilla (sin cargo orgánico alguno, pero fichado exprofeso como tal, circunstancia que daría lugar a otro interesante análisis), con su homólogo en Ciudadanos, Luis Garicano, dio lugar al malhadado pacto de diciembre con esta formación, en el que se difuminaba, por cierto, la necesaria ruptura con las políticas de austeridad. Por no recordar el trabajo que costó la introducción de la abolición de las dos reformas laborales. Quizás motivadas por estas intervenciones, el imprescindible apoyo a las “clases medias y trabajadoras” ha ido perdiendo interés para “el partido obrero”, al menos en sus declaraciones públicas. Invito a los lectores a que repasen éstas, tanto verbales como escritas de todos sus responsables, y contabilicen las veces que aparece en ellas, no ya este clásico término que a algunos atemoriza, sino el de “TRABAJADOR”. Se sorprenderán…

En tercer lugar, la trifulca mantenida con Podemos sobre la propiedad intelectual del término “socialdemocracia”, ha dejado bien a las claras la ignorancia de algunos actuales responsables sobre nuestros propios orígenes. Negar su paternidad a Marx y Engels, fundadores del proyecto político originario del socialismo, tanto del alcanzable por la vía democrática como el reivindicativo de la revolucionaria, muestra sus carencias intelectuales más básicas. Lo que no deja de ser verdaderamente preocupante en unos dirigentes doctrinales. Otra cosa es que el socialismo hispano se haya ido alejando, no ya de la propia doctrina socialista original, sino de la más templada socialdemocracia. Algunos lo justifican por el desgaste que proporciona el ejercicio del poder. Es posible que así sea, pero, en cualquier caso, no debería dejar de ser objeto de un urgente análisis y consiguiente corrección.

Por cierto, y como apostilla: He repasado con atención la prolongada relación de los mandatos de los máximos responsables del Partido Socialista a lo largo de toda su historia. Desde las presidencias de Pablo Iglesias hasta la de Trifón Gómez, o las secretarías generales, desde la de Rodolfo Llopis hasta la de Pedro Sánchez, y no he visto nunca en ellas, salvo en esta última, la denominación de “el partido de…”, seguido del nombre y apellido del compañero que ostentase este máximo cargo de responsabilidad. Si un 20 de mayo de 1979, un secretario general de reconocida autoridad – que, a pesar de su máxima expresión en aquella fecha, anunciaba su renuncia a presentarse a la reelección – lo gritó enfáticamente a los delegados del XXVIII Congreso: “¡¡¡HAY QUE SER SOCIALISTAS ANTES QUE MARXISTAS…!!!”, siendo corroborado por una enorme y prolongada ovación de todos los asistentes puestos en pie, dejó ya el listón muy alto para siguientes nominaciones.

Como consecuencia de todo ello, creo que deberíamos aprovechar la coyuntura del “sí, pero no; y no, pero sí”, que las urnas nos han deparado, para practicar un sincero y profundo análisis de regeneración del socialismo hispano, desechando la eterna justificación del ninguneo de los medios, como finalmente hizo mi compañero de la “mili” con sus “botas mal hechas”. Igual son otros más profundos y demandantes de urgente análisis y corrección nuestros verdaderos problemas. ¿No será ese el objetivo del próximo XXXIX Congreso?

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